The voyage of the Nuestra Señora del Rosario

La nao Nuestra Señora del Rosario, maestre y dueño Cristobal Coello, sale en 1594 desde San Juan de Ulúa hacia La Habana, última escala antes de partir a Sevilla. Lleva cueros, grana, añil, sedas, plata, cochinilla y otras mercaderías.

La nao viaja en convoy en la flota del capitan general Marcos Aramburu. Tras arribar a La Habana, allí espera el capitán general Francisco Coloma con un cambio de planes. Coloma da la orden a toda la flota de invernar en La Habana. La estancia forzada obliga a Cristobal Coello a desembarcar la mercancia de la nao Nuestra Señora del Rosario y almacenarla en distintos lugares. Más de 9000 cueros quedan al aire libre por falta de espacio para almacenaje. Para proteger esos cueros, Coello utiliza 572 unidades para protegerlos del sol y de los aguaceros.

Coello afronta otro gasto imprevisto en La Habana, como un segundo carenado de su nao, para reparalo de los efectos de la invernada. Finalizada la invernada, Coello vuelve a trasladar la carga desde tierra a su nao. Cuando ya tiene la carga embodegada, el general Coloma da la orden de convertir la nao Nuestra Señora del Rosario en nao de armada. A partir de ese momento, la Nuestra Señora del Rosario solo embarcará plata y mercancías de alto valor. Además, llevará a Sevilla un contingente de tropa de infantería de marina. Como consecuencia del embargo de su nao, Coello se ve obligado a sacar la mayor parte de los cueros, que consigue distribuir en otras cuatro naos de la flota.

Francisco Coloma ordena cargar en la Nuestra Señora del Rosario plata y mercaderías de dos naos: 1) cochinilla, añil y seda de la nao Sant Francisco, maestre Cristobal Garcia de la Vega; 2) cochinilla, añil y seda de la nao La Magdalena, maestre Cristobal Lopez. La carga de la Nuestra Señora del Rosario supera los 202.000 ducados.

La Nuestra Señora del Rosario comienza su viaje de vuelta desde La Habana a Sevilla, con Francisco Coloma de capitán general.

Se suceden tormentas en en canal de la Bahama. El casco de la nao se abre por varias partes y se quiebra el arbol mayor. Se corta toda la jarcia. Se produce una echazón del palo mayor y verga, del mastelero y otros elementos de la nao, así como de cueros, anclas, cables, cajas de marineros, botijas vacías y otros objetos.

La nao Nuestra Señora del Rosario consigue aguantar la tormenta, aunque en muy mal estado. Se reagrupa en la navegación con otras dos naos de la flota: la de Rodrigo Madera, y la nao de Bartolome Gonzalez. Un ajunta abordo formada por un capitán de infanteria y por pilotos y gente de mar y de guerra de las naos agrupadas decide trasladar la plata de la Nuestra Señora del Rosario a las naos de Rodrigo Madera y Bartolome Gonzalez. El resto de la carga (seda, cochinilla, añil y cueros) queda en la nao de Coello. En ese momento, la gente de mar y guerra decide abandonar la nao Nuestra Señora del Rosario. Los capitanes de infantería de varias naos, junto a algunos pilotos acuerdan que se entregue un premio de 3200 ducados a la gente de mar y guerra de la Nuestra Señora del Rosario, para que no abandonen el barco.

La Nuestra Señora del Rosario arriba a Lisboa y las partidas de mercaderías se embarcan en las galeras de España hasta Sevilla.

Cristobal Coello presenta en Sevilla ante la Real Audiencia de la Contratacion de las Indias solicitud de declaración de avería gruesa, solicitando que se declare que el daño se produjo por caso fortuito y sin culpa del maestre. También solicita que los interesados reciban las mercancías de la suerte y manera en que estuvieren.

La sentencia de la Real Audiencia da la razón al maestre Coello y condena a los interesados al reparto por avería gruesa de determinados gastos y daños. La sentencia no incluye los gastos de la segunda carena en La Habana, ni la echazón de la jarcia. El repartimiento es obra de Cristobal de Almonte.